Elijo Creer (2023-12-07T20:56:00+00:00)

Elijo Creer es una producción tan correcta como esquemática y transita tantos lugares comunes del film deportivo que justamente esa emoción que busca lograr en cada fotograma nunca termina de llegar. Se siente forzada y reiterativa (las imágenes finales de los festejos en las calles de Buenos Aires) y pierde espontaneidad, alma y sentimiento genuino. Más allá de esto, la película funciona, muestra todas las imágenes y voces que tiene que mostrar (a diferencia de Muchachos) y narra de manera fluida y ágil la consagración mundial de un grupo de jóvenes atletas convertidos en patrióticos guerreros. En ese sentido cumple las expectativas generadas, aunque le falte ese plus necesario quedar en el recuerdo colectivo.

El tono documental del archivo periodístico se cruza con la emoción de esa primera persona del plural: el nosotros. Hacia el final aparece eso que no podía faltar en un relato sobre esta epopeya deportiva: la gente, el pueblo en las calles, las familias en sus casas que primero sufren y después festejan (algo que puede leerse como una bendición o una maldición). Elijo creer reconstruye el festejo en el país: la masiva manifestación alrededor del Obelisco, la caravana de jugadores y la euforia popular que se vivía hace un año. Hoy el panorama es un poco distinto, la atmósfera está algo enrarecida y la euforia parece haber quedado lejos, pero siempre es una buena oportunidad para volver a sintonizar los corazones a un mismo ritmo, cantar Muchachos y recordar en las salas de cine que fuimos (y somos) campeones.

No faltan las menciones de los jugadores en la previa del partido con Países Bajos, el Topo Gigio de Messi al técnico Van Gaal, la lesión de Rodrigo de Paul, cómo estudiaba el Dibu a quienes iban a rematar los penales. Curiosamente, no se escucha Muchachos, sino hasta el final, cuando la caravana con los héroes intenta llegar al Obelisco, ni tampoco el tema de Wos. Y Elijo creer termina como Rescatando al soldado Ryan, la película de Spielberg, en este caso con la bandera argentina flameando.

En ochenta minutos la película no aburre nunca y en su estructura está tanto su limitación como su efectividad. No hay prácticamente un solo plano que resulte un hallazgo, por eso es por lo que su valor cinematográfico es tan escaso. Observa la grandeza y con eso se conforma. Cada espectador podrá vivirla como quiera. A mí se me aceleró el corazón en el partido contra Países Bajos y mucho más contra Francia. Y estallé en lágrimas cuándo en el minuto 103 de la final el Dibu Martínez le atajó el último tiro al arco de Kolo Muani. A pesar de haberlo visto docenas de veces, esa imagen en pantalla grande me impactó más que nunca. Hace un par de semanas la había visto también en un cine en Muchachos y no había logrado ese efecto. Y, nobleza obliga, sí hay un plano de puro cine, cuando en la definición por penales Muani concreta su penal pero su rostro es el de la derrota. Sabe que la suerte está jugada y su gol llega tarde. Si lo que quieren es ver Qatar 2022 en el cine, Elijo creer es la película que tienen que elegir.

...entre los aspectos menos logrados de Elijo creer está su conclusión, que se extiende innecesariamente y desaprovecha las declaraciones de los jugadores desde el predio de la AFA para volver a mostrar las imágenes de los festejos locales ya tan vistos que frenan el impulso dramático del film que cuenta con la narración de Ricardo Darín. Otro desacierto de la película, no por el trabajo del actor sino por los empalagosos, hiperbólicos y hasta ridículos textos que se le escucha decir a lo largo del film. Tan subrayado y tosco resulta el guion que por momentos Elijo creer parece más una publicidad de la secretaría de Turismo de Qatar que un retrato de la épica deportiva nacional. Más allá de las expectativas creadas por el acceso que la producción de este film tuvo a los protagonistas del triunfo de 2022, Elijo creer no consigue aportar nada nuevo a un momento inolvidable.

Hay solo tres momentos en los que Elijo creer rompe con la estructura básica de resúmenes de partidos mechados con testimonios de algún jugador. Uno, tras la derrota ante Arabia, con Lionel Scaloni a bordo de una combi hablando de una manera descarnada, como yo jamás lo vi, sobre cómo veía la situación tras el fallido debut (sobre el “valor” de la derrota) y antes del decisivo partido con México; otro, cuando debía decidirse si un De Paul lesionado podría jugar o no contra Países Bajos; y el restante, cuando Marito, el histórico utilero de la selección y verdadera revelación del documental, ofrece un conmovedor testimonio a cámara y luego se suma una arenga al plantel en la previa de la final con Francia. Demasiado poco para un film que en el resto de sus poco más de 100 minutos no va mucho más allá de lo que ya hemos visto una y mil veces en informes de YouTube.