Teo es un niño intrépido que vive con su padre Luis en una ciudad en la que nunca llueve, su relación es muy buena, hasta que, atraído por un sentimiento de independencia, Teo se une a una pandilla de jóvenes delincuentes, lo que complica la relación con su padre.
No acogerá la historia más compleja, vistosa o emotiva, y no saciará a un público que no concibe la ciencia ficción sin acción, destellos cegadores ni sonidos estridentes. Tiempos futuros no necesita ser ni hacer nada de esto para distinguirse como obra artística concienzuda y ensoñadora en la que su Lima distópica no es más que una proyección provocadora de lo que hemos sido y somos como sociedad errática.
...aquí no hay viajes interestelares, ni conquistas en el espacio galáctico, ni muchos menos ciudades abarrotadas por una tecnología desbordada en la que lo humano ya no es más que un bisbiseo. En esta película se trata más de una implosión, de una ciencia ficción intimista en la que lo exterior sirve para develar el mundo interior de los personajes. Aquí no hay búsqueda de progreso por parte de los protagonistas, no puede haberlo cuando la lluvia falta. La desolación en la que la ciudad se sepulta muestra lo aterrador de que, pese a la distopía, a la cercanía de la catástrofe, la vida continúe...
...el encanto rápidamente se pierde porque la misma cinta no lo sabe sostener. La película está contada con una excesiva solemnidad que, para sus casi 90 minutos, llega a niveles exasperantes. Entiendo que todo en el entorno tenga que ser frío y distante, pero no hay interés más allá del clima en que la película nos sumerge. Es esa frialdad la que también se verá reflejada en sus poco inspiradas actuaciones. Por ahí que un poco destaca el trabajo del joven Lorenzo Molina como Teo, quien al ser protagonista tiene momentos de introspección, mejor logrados, mas no se podría decir lo mismo de un intérprete experimentado como Fernando Bacilio.
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