X500 | Top de críticas, reseñas y calificaciones

Tres personajes jóvenes comparten y padecen la pérdida de identidad y la adaptación dolorosa en espacios que le son ajenos en X500 - 90%, segundo largometraje del cineasta colombiano Juan Andrés Arango Garcia (La Playa DC), y será en el orden y caos de esos mundos extraños donde cada uno encontrará la redención, incluso a pesar de sí mismos. Los protagonistas, y sus historias nunca se cruzan como sí sucede en Babel - 69% y Alto impacto - 75%, aquí se tejen enlaces más tenues entre adolescentes que no se conocen y que nunca se verán. Todos, forzados a naufragar de sus lugares de origen tras la pérdida de un ser querido, más preocupados por sobrevivir en barrios o aldeas donde la pobreza y la violencia se ha instalado desde hace mucho, con poco tiempo para participar de la gran fiesta de la globalización; sufren más bien sus crueles consecuencias. Esta es la tesis de Arango, quien ha vivido en Montreal durante varios años y se apropia de su ciudad adoptada en uno de los tres segmentos de X500.

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La película refleja cómo la cultura estadounidense se ha colado en casi todos los rincones del mundo, y más en las minorías que la encuentran en la vestimenta y en la música que consumen. Los personajes del filme guardan entre sí el sentimiento de sentirse exiliados y han abandonado sus raíces culturales y étnicas para encajar en esa nueva sociedad que parece darles la espalda. Tras la muerte de su padre, David (Bernardo Garnica Cruz), deja su pueblo y emigra a la Ciudad de México, donde descubrirá la cultura punk, pero también la ley de la calle. Alex (Jonathan Diaz Angulo) regresa a su pueblo pesquero en Colombia después de haber sido “deportado” de Estados Unidos, más su retorno al hogar anticipa un desastre inminente: se ve obligado a integrarse al entorno criminal local donde su hermano pequeño, apenas un niño, ya comienza a dar sus primeros pasos. Mientras que María (Jembie Almazan), una joven filipina que, después de la desaparición de su madre, va a vivir con su abuela en Montreal. La adolescente expulsara su dolor través de la rebeldía y actos delictivos.

En un estilo visual que evoca el cine social de Alain Tanner y los hermanos Dardenne (la cámara en el hombro sigue de cerca, y de lejos, a los personajes en sus angustiosas evoluciones), la historia da un lugar predominante a los paisajes contrastantes de México, Colombia y Canadá, para testificar mejor el desarraigo de David, Alex y María, su extrañamiento y sorpresa a esos nuevos entornos y rituales. Los tres héroes, interpretados por actores no profesionales, consiguen empatizar con el espectador gracias a la naturalidad de sus gestos, los diálogos y las situaciones por las que atraviesan. Porque, ¿quién no ha sido un adolescente marginado tratando de ser aceptado?, ¿quién no ha abandonado su pueblo, ciudad o país natal para tener un futuro mejor?.

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Sí algo destacan los críticos es que el director prefiere los toques impresionistas que se realzan con hermosas composiciones de imágenes antes que ceder al melodrama: las cosas, los elementos que rodean a los personajes hablan por sí mismos y dan una idea del momento anímico por el que atraviesan los personajes. El consenso coincide en que otros de los logros de X500 - 90% reside en su banda sonora, una en la que suenan híbridos de ritmos urbanos y folclóricos de los lugares de origen de cada uno de los protagonistas. Aquí las mejores críticas del filme que puede disfrutarse ya en la cartelera de la Cineteca Nacional:

Oliver Maltais en Cinéfilic:

X Quinientos sigue siendo un retrato convincente de un continente americano multicultural en el que puede ser difícil encontrar un lugar para un adolescente en busca de un sentido de pertenencia.

John Hopewell y Emiliano de Pablos en Variety:

X500 plantea una pregunta que está emergiendo como algo central en el cine latinoamericano actual: ¿Regeneración social individual en el continente? La película plantea tres casos de intento de cambio después de una pérdida personal. Las tres historias tratadas con sofisticación y crudeza.

Adam Nayman en Cinema Scope:

La sombra siniestra de Iñárritu se cierne sobre el estudio tripartito de los personajes de Juan Andrés Arango, que no interconecta explícitamente sus historias al estilo de Babel, pero que explora temas universales de desplazamiento y alienación (sin estrellas de cine internacionales, por supuesto; esto es una coproducción canadiense después de todo). Los actores interpretan con arrojo los respectivos personajes con aplomo. Destacadísima la cinematografía de Nicolas Canniccioni, que brilla con belleza expresa.

Godfrey Cheshire en RogerEbert.com:

Aunque puede haber frustraciones inherentes en películas con historias separadas que no convergen, la de Arango está tan bien hecha y expertamente interpretada que termina sintiéndose como un retrato coherente y poderoso de un mundo en el que el crimen y la violencia envuelven cada vez más a los jóvenes desamparados.

Diego Caucayo en El Tiempo:

...Arango posee una indiscutible línea de autor de inclinaciones sociológicas y etnográficas que nos invitan a mirarlas de cerca.

Eduardo RZ en Imagen Idea:

X500 nos muestra tres historias que se desarrollan en países diferentes, además no hay interrelación entre ellas, y cada una transcurre de una manera distinta, pero se complementan muy bien, porque todas tienen una característica común, sus personajes pretenden encajar en la sociedad, pero no saben como.

Jason Best en Movie Talk:

Arango filma con la mirada de un antropólogo comprensivo, sumergiéndonos en la vida de sus protagonistas e invitándonos a unir los coincidencia entre ellos.

T'Cha Dunlevy en Montreal Gazette:

Una mirada cruda a la juventud forzada a la edad adulta, cada personaje adopta una nueva identidad como medio de supervivencia.

Daniela Hernández en Arcadia:

El director colombiano logra un retrato conmovedor de esperanza y destrucción sobre quienes buscan su lugar en el mundo. Conduce las historias mediante narraciones sobrias que no buscan hacer de la crudeza un elemento principal, pero que tampoco la niegan.  

Sandra M. Ríos en Cine Vista:

Cambia la jerga, las costumbres y los métodos, pero al final todos terminan comprendiendo que para casar dentro una sociedad deben sufrir una pérdida de identidad, lo que a su vez los hace caer en cuenta de sus raíces y de lo que verdaderamente son, aunque al final su suerte sea bien distinta. En esto radica la fuerza de esta historia que se cuenta sin afanes, con cierta pasividad como yendo en contravía de la energía juvenil habitual a esta edad.

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